RECORDANDO RAÍZ

El pequeño goblin escaló por la estantería atestada de volúmenes y pergaminos atesorados con el paso de los siglos por el gremio. Mientras masticaba los restos de una rata que había arrebatado de las garras de uno de esos odiosos gatos que se paseaban por toda la ciudad como si fuese suya, leía los lomos de los volúmenes situados en el piso más alto. Canturreaba para sí, sin importarte que el crujir de los pequeños huesos estropeara la bonita melodía que nacía de sus labios. Finalmente dio con aquello que buscaba, y con gran agilidad descendió y corrió hasta su escritorio.

Apartó los restos de la máquina de preparar desayunos instantáneos en la que había estado trabajando la noche anterior y que le permitió disfrutar de unas deliciosas tostadas con mermelada de carbón, y abrió el pesado libro, pasando el dedo por sus páginas amarillentas mientras leía a toda velocidad. Le frustraba leer el trabajo de los humanos, era lento e insustancial para los suyos. Tardaban demasiado en llegar a lo interesante, tal vez por eso les costaba tanto innovar en sus creaciones y crear auténticos avances científicos. Suspiró, lamentándose no por primera vez por los desgraciados humanos y sus mentes limitadas, que no eran capaces de ver más allá de lo que tenían delante. El día que comprendieran que su productividad es tan baja debido a la extravagante manía que tienen sobre cerrar los ojos y quedarse quietos asomándose a otras vidas, conseguirían hacer grandes cosas en ésta. Dormir, claro, vaya excusa tan estúpida. Soñar, cosas de poetas, ¿para qué servían los poetas? ¡No habían hecho nada por nadie! Se quedó un momento pensativo, un instante fugaz que se le hizo eterno, preguntándose por qué estaba pensando en estúpida poesía, y volvió a centrar su atención en las páginas que tenía frente a él.

Asintió, escupió los roídos huesos, regresó a la primera página comenzó a leer las notas que requerían su atención mientras preparaba el prototipo CDR 1.2 (Cafetera de Detonación Reducida)  para prepararse un café que lo espabilara un poco. Se sentía un poco apagado después de tantas horas debatiendo con los humanos del gremio. "Raíz es el nombre con el que los eruditos y estudiosos conocen al conjunto de mundos unidos por el entramado formado por el Laberinto, aunque en su estructura completa éste también se considera parte de Raíz, al igual que los diferentes planos de existencia que los magos de Hur'Arath afirman que comparten espacio con nosotros. Aunque ésto último es un tema muy cuestionado por parte de algunos círculos intelectuales, es apoyado por los religiosos aunque con algunas alteraciones que lo adoptan a su credo. Los religiosos y muchos eruditos sin embargo coinciden en que los distintos mundos existían antes de la llegada de los dioses, como islas dispersas y a la deriva en el vacío, y éstos crearon el Laberinto para unirlas y finalmente reinar cada uno de ellos en una de esos mundos. Ese fue el nacimiento de la estructura que conforma Raíz, que aun tras la muerte de los dioses se mantiene inalterable. El pueblo llano de cada uno de los mundos conoce la existencia de otros ajenos a aquel en el que habitan, procedan del que procedan, al menos en la mayoría de casos, pero generalmente no les dan importancia. Para la gente sencilla forman únicamente parte de canciones o historias populares para su entretenimiento. La mayoría desconoce el concepto Raíz, e incluso los nombres de los distintos mundos, siendo mucho más usada la numeración que recibieron éstos en el pasado que el nombre que usan sus habitantes. Hay un total de once mundos, todos de distinto tamaños y con diferentes culturas, e incluso niveles tecnológicos que los diferencia de forma significativa a unos de otros. Debido a la Era Dorada, en la que los portales que unían los distintos mundos a través del Laberinto estaban abiertos, existen en muchos casos mezcla cultural y mestizaje entre sus habitantes, al igual que vestigios de la tecnología y el arte de un mundo en otro. Sin embargo, tras la Guerra de la caída toda conexión se perdió de forma súbita. Raíz volvió a quedar dividida y, aunque algunos mundos comparten algunos aspectos culturales, con el paso de los siglos han vuelto a distanciarse entre sí. Se ha llegado al consenso de que Raíz posee una estructura circular en cuanto a la posición de los mundos en un mismo plano, que comparten espacio dimensional y temporal, y están envueltos a su vez por el vacío, que es visible desde el Laberinto o la Ruta de Paz.Aunque el Laberinto une todos los mundos, estos caminos únicamente pueden ser usados por los llamados Caminantes, un antiguo linaje hoy casi extinta, pero que en el pasado conformaba la Orden militar más poderosa e influyente de Raíz. Por ello se creó la Ruta de Paz, un sendero que une todos los mundos, uno por uno, construida en el inicio de la Era Dorada por los Caminantes, con el propósito de unificar Raíz y dar fin a la Era Oscura. Esta ruta permitía su tránsito a cualquier ciudadano de cualquier mundo y rápidamente se convirtió en el nexo de unión de Raíz y en la mayor ruta comercial de la historia conocida. La Ruta de Paz cruza todos los mundos, punto por punto, creando un anillo que los conecta, de modo que para llegar a un mundo lejano primero debías cruzar los puntos de la Ruta unidos a los más cercanos. Esto es lo que creó el sistema de numeración usado por mercaderes y que acogió finalmente el pueblo, enumerando al mundo según la posición que ocupaba en la estructura de Raíz sirviendo tanto para identificarlo como para conocer fácilmente la distancia que se debía recorrer para llegar al destino deseado. Los distintos mundos están enumerados del uno al once, estando el mundo uno unido tanto al dos como al once, cerrando de este modo el círculo. Los magos de Hur'Arath añadieron además este diseño direcciones, moviéndote hacia el Este si viajabas del mundo uno al dos, o hacia el Oeste, si lo hacías del uno al once. Además añadieron direcciones Norte y Sur, conectando así con los planos de existencia que ellos creen que se encuentran superpuestos al que nosotros habitamos, como el plano espiritual o el oscuro. Desgraciadamente, tras la Guerra de la Caída la Ruta de Paz se vio afectada por la aniquilación de la Orden de los Caminantes, y sin nadie que la mantuviese estable se terminó convirtiendo en un lugar muy peligroso, que solo los locos se atrevían a intentar cruzar. La Ruta de Paz fue volviéndose más hostil conforme pasaba el tiempo, y actualmente los portales que conectan con ella en los distintos mundos han sido destruidos o son fuertemente vigilados debido a los monstruos que en ocasiones cruzan a este lado, causando estragos si no se les detiene a tiempo. Este es el principal motivo de que los distintos mundos hayan vuelto a quedar aislados en los últimos siglos, ya que todos los intentos de estabilizar la Ruta de Paz han fracasado irremediablemente, y finalmente, se ha dejado de intentar. Es debido a este aislamiento por lo que para muchos la existencia de otros mundos no es más que parte de historias para asustar o encandilar a niños, de leyendas que tratan de explicar eras pasadas o el mundo actual en el que viven. Sin embargo, en algunos mundos existen descendientes de habitantes de otros que quedaron atrapados tras la guerra de la caída, y son la mejor prueba de que realmente hay otros lugares más allá del lugar que podemos ver. Por su parte, las grandes bibliotecas y universidades poseen documentos y archivos que verifican claramente la existencia de Raíz y una convivencia pasada entre los distintos mundos que la conforman es apreciable en rasgos de la de arquitectura y arte que forman nuestras ciudades y obras. Además, los distintos gobiernos que dirigen los mundos poseen artefactos que les permiten comunicarse entre sí. Artefactos maravillosos, aunque actualmente casi inútiles debido a la imposibilidad física de colaborar. Sin embargo, son la herramienta usada para controlar y mantener a los únicos supervivientes de los Caminantes, culpables del final de la Era Dorada, que hoy día son usados por la Gran Alianza." - Fragmento de los archivos del Gremio de Eruditos de Ormania, recopilado del volúmen 1 de Recordando Raíz, escrito por el maestro historiador Gregory Freich - El goblin releyó aquellas páginas varias veces, llenando una taza con el líquido oscuro y para nada explosivo que escupía entre silbidos y nubes de vapor el CER 1.2. Sintió cierto desencanto cuando no vio ni una minúscula llamarada, pero los humanos habían dejado claro que nada de fuegos artificiales. Eran demasiado blandos para su propio bien. Finalmente se decidió a dibujar un nuevo prototipo, una brújula que fuese capaz de señalar la dirección de los otros mundos. Solo tenía que asegurarse de que la brújula entendiera la estructura de Raíz. Le leería varias veces el libro a las piezas que iba a usar en la construcción, para que les quedase claro. A veces la mecánica podía ser sumamente ignorante, pero los goblins habían aprendido a domarla y enseñarles las verdaderas leyes de la física. Días después, un goblin apareció sin vida en su taller, dividido en once pedazos desparramados por el lugar, cada uno de ellos en una dirección diferente. Uno de estos pedazos, concretamente su mano, estaba en el centro del desastre, sujetando un artilugio mecánico repleto de agujas y esferas giratorias. Los humanos del gremio de ingenieros lo cogieron y lo depositaron en el almacén de "Creaciones goblin potencialmente mortales". Tal vez era hora de ir comprando otro almacén...

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